jueves

Los animales lo hacen más y mejor


Entre los animales, la prostitución existe. El primer orgasmo que se conoció fue el de la vaca, pero todos los tienen, hasta el caracol. Los jabalíes, primero se besan en la boca. Los mejores padres, los cocodrilos. También hay homosexuales que adoptan.
Pilar Cristóbal, antropóloga y sexóloga, incondicional en programas de sexualidad en medios de comunicación, lleva toda la vida investigando la vida de los animales. Desde niña pasaba largas temporadas en el campo en casa de su abuela y asegura que todo lo que sabe de sexo se lo enseñaron los animales. Ha investigado en los libros, en los documentales y ha comprobado en el mismo continente africano las experiencias del mundo animal. ‘‘También los jabalíes se besan en la boca, y otras curiosidades sexuales del reino animal’’, es su octavo libro de ensayo, publicado el año pasado, y de gran éxito. La sexóloga recalca que su intención no es comparar la sexualidad humana y la del mundo animal. Pero en sus investigaciones se ha encontrado que los animales «hacen de todo, mejor y más que los humanos».
El ansia de sobrevivir está grabada a fuego en todos los seres vivos y genera unas leyes.
En las especies en que los machos son muy agresivos, hasta llegar a matar a las crías, las hembras toman dos caminos, o eliminarlos casi por completo ­como en algunas especies de peces que carecen prácticamente de machos­ al no permitir su reproducción, o bien se buscan un protector que ahuyente al violento, como hacen las leonas, las elefantas, la foca monje o la foca elefante.
En el caso de estas grandes focas, los machos llegan primero al territorio y se pelean entre ellos. Cuando van llegando las hembras, el macho fuerte las recoge y las lleva hasta el comitorio.
Las hembras se van con el primero que llega porque, si no, los demás machos las matan. Son tan agresivos que llegan a matar a la hembra antes de reproducirse, lo cual es una salvajada. Eso pasa también con las cabras.
Las tigresas usan al macho sólo para la reproducción y luego se van, sus zarpazos son sonados después de la cópula ­quizá de ahí venga lo del apelativo de «tigresa»­, aunque puede volver a mostrarse atenta de nuevo al poco rato. Esas cópulas duran segundos.
Por el contrario, los rinocerontes emplean hora y media en el acto central del apareamiento y sus embestidas son de antología. Pero el ideal de cualquier hombre sería ser león. Están todo el día relajados al sol, cuidándose la melena, y se hacen servir la comida, explica la antropóloga.
Pero es el bonobo el paradigma del sexo sin complejos. Esta especie diferenciada del chimpancé ha adoptado el sexo como medio de relación social. Las hembras se masturban entre sí por diversión; hay parejas de machos homosexuales, abiertas al sexo ocasional con hembras, que adoptan crías huérfanas o colaboran en la crianza con los grupos matriarcales; las disputas jerárquicas entre machos a menudo acaban en un vis a vis cariñosón; los cachorros participan de los juegos eróticos de sus mayores...
También hay espacio en la sexualidad animal para el onanismo. Está documentado en felinos, cánidos, roedores y en todos aquellos animales flexibles capaces de doblarse sobre sí mismos. Los rumiantes, con el espinazo rígido, se apañan como pueden. Algunos ciervos se excitan rozando la cornamenta contra la hierba; los burros arrastran el pene contra el suelo, y así muchas otras especies.
También el sexo puede ser una operación de alto riesgo
Existe el canibalismo, con la mantis religiosa ­se come al macho una vez fecundada­ como exponente más conocido, pero no único. También la violencia post-coital: más le vale al tigre salir corriendo tras la monta si no quiere perder un ojo del zarpazo que, casi con seguridad, le lanzará su antes sumisa compañera.Y abunda la violación, individual ­la abejaruca africana corre serio peligro si se aventura fuera del nido­ y colectiva ­los ánsares nivales acorralan entre varios a una hembra y la violan por turno­.
Pero los hay también simpáticos como los chimpancés, que cuando la hembra entra en celo emite un olor que se percibe a cientos de metros y todos los machos de los alrededores vienen, se colocan en fila y esperan su turno; y los hay fieles, como los albatros, los cuales se emparejan para toda la vida y si uno de los dos muere el otro no rehace su vida ni se vuelve a emparejar.

Por: GARA GASTEIZ
Norberto Litvinoff Lic en Psicologia//Lic en Sociologia-Sexologo