
Yoga es patrimonio de toda la humanidad. De la misma manera que nadie podría afirmar que la gravedad solamente es válida en Inglaterra porque Sir Isaac Newton era británico, o que la teoría de la relatividad de Einstein sólo se aplica en Alemania, el Yoga es de valor para todos los habitantes de este planeta, sin importar la edad, género o herencia cultural. Los principios del Yoga no están sujetos a las limitaciones del tiempo ni del espacio.